Es muy probable que en breves tengas que realizar una presentación. Hasta puede incluso que sea tu primera exposición en público. No te preocupes si no sale perfecta porque de cada una de las charlas que hagas conseguirás aprender algo y mejorar para la siguiente.
Así que, domador, hoy voy a contarte cómo fue mi primera charla, para que veas que todos empezamos en esto sin tener ni idea y fallando. Y del fracaso absoluto sólo nos queda aprender, por lo tanto no quiero que tengas miedo porque nunca podrás empezar peor de lo que empecé yo.
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Mi Primera Exposición en Público
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Remontémonos a una época en la que aún se escribían los trabajos a mano, aún no se presentaban charlas en PowerPoint y los móviles tenían el snake como juego favorito. Sí, el instituto a principios de los 2000. Por alguna razón, nuestro profesor pensó que era una gran idea que cada día uno de la clase diese una breve presentación (unos 10 minutos) de cualquier tema que nosotros eligiésemos.
Pues bien, a punto de llegar mi día, pensé “Esto está chupado, saco información de lo que sea, me llevo mis hojitas, y ale, a leer mientras levanto la vista para mirar de vez en cuando a mis compañeros”. ¿Qué puede salir mal? Pues absolutamente TODO.
¿Qué Puede Salir Mal en una Presentación?
Mi tema seleccionado fue el elefante. Evidentemente saqué la información el día anterior porque ¿cómo no iba a ser capaz de hablar/leer ante mis 25 compañeros de clase? Y allí me planté yo, delante de todos con mis hojas en la mano. Y de repente…pánico. Y me quedé muda. Vamos que lo único que fui capaz de decir fue “El elefante es un animal de tres…cuatro patas”. Nada más. Hasta que el profesor se apiadó de mí y me dejó sentarme.
Después de eso vino la rabia. Me sentía muy enfadada conmigo misma por no haber podido hacer algo tan “simple” como eso. Así que saqué mi orgullo y me prometí que la siguiente vez que fuese mi turno lo haría mucho mejor.
Segunda Oportunidad – Resurge como un Fénix
Elegí como tema “El Fénix”, saqué toda la información de un libro de Harry Potter y decidí que un buen comienzo para la charla sería preguntarle a mi audiencia si alguna vez habían visto un fénix y después yo les enseñaría la imagen de uno. Así que lo pinté. Me pasé una o dos semanas antes pintando un fénix en cuatro hojas pegadas con celo para que fuese grande y hasta le pinté las plumas en dorado y las garras plateadas.
Y ahí que fui yo otra vez, en mi segundo intento, con mi pregunta inicial para la audiencia y un póster casero de un fénix para poder hacer una presentación didáctica. A ver, no te voy a engañar, volví a ponerme muy nerviosa y podría haber salido mucho mejor, pero fue un gran avance pasar del elefante al fénix.
Moraleja – En Presentaciones La Práctica y la Preparación Hacen al Experto
Lo que quiero que te quede claro y el motivo por el que te cuento esta anécdota, domador, es para que tengas claro que todos hemos empezado mal. Que no pasa nada. Pero lo que realmente va a hacer una diferencia, es que de cada una de esas charlas vas a aprender lo que quieres y no quieres hacer en la siguiente. ¿O acaso crees que a mí se me volvió a ocurrir no prepararme lo más mínimo una presentación?
Lo bueno es que tú no tienes por qué empezar a cometer errores desde cero porque para eso estoy yo aquí, para hacerte ver qué tipo de cosas pueden funcionar o no, enseñarte que no hay una fórmula mágica que funcione para todos y mostrarte diferente trucos que puedes tener en cuenta a la hora de decidir con qué elementos te sientes más cómo a la hora de dar tus presentaciones. Para eso y para recordarte que utilices el orgullo.